Es obvio: perder una final, con lo tan cerca que uno estuvo de adjudicarse el título, genera una desazón. Es una ilusión rompiéndose, el sueño que no se concreta. En un primer impacto puede provocar todas estas amargas sensaciones, sin embargo, con el correr de las horas y los días, el valorar el trabajo realizado para llegar a esa instancia después de varios meses y el saber todo lo que ganó más allá de un campeonato, adquiere sentido. Es lo que debería estar pasándole a Corrientes en estos momentos, que tras perder la final contra Berazategui y ser el subcampeón de esta temporada, entenderá todo lo positivo que logró y el juego que le sacó a esta participación.
Revolucionó y emocionó a toda la provincia, algo que no es poca cosa. Puso al básquet correntino en los primeros planos nacionales, cuando hasta hace no mucho eso parecía ser una lejana ilusión, un premio inmenso al arduo trabajo. Claro, queda mucho por hacer y las bases deberán desarrollarse para abrirles las puertas al crecimiento, pero la Liga que acaba de hacer esta franquicia es un impulso por demás importante. Se ha visto reflejado en las calles de la ciudad, en las demostraciones de afecto hacia las gladiadoras que llegaron para defender los colores del equipo en este torneo, y obviamente que eso se siente en el día a día.
Se construyó de a poco, parte de una lógica. Tenía dos meses para armar un equipo prácticamente desde cero, que empezó a tener algo de rodaje previo con los entrenamientos y algún que otro amistoso para probarse, pero sabiendo que la hora de la verdad iban a ser los partidos oficiales de la Liga. En la previa al torneo se sabía que podía hacer un buen torneo, lo que muchos no esperaban era que lo hiciese de esta forma. Tenían que cumplimentarse muchos factores para que esto suceda, y en ese cuento ideal las cosas se fueron dando, aunque haya faltado ese pasito final.
Corrientes supo ser un equipo que fue de menor a mayor en la Liga. Y acá hay un mérito no sólo de las jugadoras sino también de su entrenador, Renato Novatti. La buena mano del DT para manejar los descansos de las figuras, entender cómo plantear cada partido, tener la capacidad de rehacer ante un error y corregirlo, y provocar esa buena conjunción entre las partes, representó una tarea ardua pero muy satisfecha para el DT. Por supuesto, el objetivo se cumplió con creces.
El equipo tuvo sus dudas en el arranque de la temporada, porque si bien tuvo aquel debut sólido ante Rocamora (62-55), luego empezó a tener algunos bajones, como aquellas derrotas frente a Ferro, Los Indios de Moreno y Unión Florida. Perdió 3 de los primeros 4 que jugó, y en Buenos Aires durante la fase regular solo ganó un partido sobre seis posibles (el mencionado del estreno de temporada ante las Rojas). Lo que dio respiro y le permitió clasificarse fue el triangular que hizo local en Regatas, en su casa del Contte, con performance perfecta tras superar a Quimsa y Catamarca, un buen lavado de cara para perfilarse mejor de cara a los playoffs. Pero a pesar de ello, todavía dejaba algunas incógnitas.
Dicen que el verdadero temple y carácter del equipo sale a relucir en las instancias más decisivas, en los playoffs, y a Corrientes le pasó eso. Porque supo ponerse a la altura de las circunstancias, y hasta quizá acorralado, entre la espada y la pared, despertó una personalidad avasallante. La defensa y la intensidad fueron claves, y como dijo Agustina Leiva en una entrevista con CAB, ese "golpe de fe y concentración" fue determinante.
Levantar 16 puntos contra Florida en el primer juego de cuartos de final fue un clic, porque si bien ese partido lo perdió (60-58 con un doble de Miculka en el cierre), Corrientes entendió a partir de esa reacción que podía hacerle frente a cualquiera, entendiendo que defendiendo, siendo aguerrido y sobre todo con actitud, podía generar un vuelco. Fue así como al día siguiente le ganó un partidazo y eliminó a Florida por mínima diferencia (64-61). Luego, en semis y contra Obras, tuvo una historia un tanto parecida, perdió el primer juego por poco margen (80-74, otra vez llegando a estar 16 abajo en un momento), y en el segundo partido arrasó sacándole veinte de ventaja (76-56). Capacidad de reacción, garra, entrega y cómo un equipo sabe responder ante situaciones límites. Eso resume a este Corrientes histórico.
Argumentos tuvo de sobra, porque más allá de tener a dos jugadoras estelares bien marcadas como Leiva y Sofía Cabrera, una por dentro y otra por fuera, fue apoyándose también con rendimientos en ascensos, como Julieta Tell, de impresionante intensidad, o Aldana Duarte, de sobria conducción. Entre las dos consiguieron darle un dinamismo y corrección a la base del equipo, apoyadas por una pieza clave que también empezó a explotar en el mismo momento en el que lo hizo el equipo: Adrianna Murphy, la peligrosísima estadounidense que en todo momento tomó decisiones acertadas y fue constante vía de gol. Mismo para el resto de la rotación con Chiaia, D'Agostino, Piazza, Berguer, Basualdo, Almozni y cía, cada una en su costado correspondiente dentro de la cancha.
Párrafo aparte para Leiva, indudablemente el factor de quiebre del equipo. Simplemente la rompió, porque tiene las aptitudes físicas como técnicas para gravitar, atacando de frente y de espaldas al aro, atrayendo marcas y hasta generando juego. Top lo de la pivote mendocina, superlativo, jugando a un nivel altísimo en cada presentación que le tocó dentro del torneo.
Fue el segundo torneo en la máxima categoría para la franquicia y ya generó algo histórico. ¿Cuál fue la clave? Deportivamente que las jugadoras entendieron su rol, lograron acomodarse al papel que les tocó cumplir. Novatti hizo un muy buen trabajo desde la banca y sus dirigidas respondieron a la altura. Obviamente que Leiva fue el gran eje de todo, que sin ella el equipo dudosamente podría haber logrado todo esto, pero también tener jugadoras de la talla y talento de Cabrera como la máxima representante del básquet correntino, y el acompañamiento del resto de las compañeras fue clave.
Un equipo se conforma de esta forma, priorizando lo colectivo por encima de lo individual, y en la maduración de Corrientes tuvo mucho que ver esto. Ese detalle clave, y el tener la personalidad y el temple para afrontar situaciones límites, amalgamar el equipo como tal, le dieron alas a un Corrientes que resumió una labor épica dentro de la historia grande de la Liga Femenina. Tremendo lo de esta franquicia, un equipo que ya desde mucho antes de esta final había cumplido y ganó su propio campeonato: el de la superación, la dignidad y el orgullo que eso genera. ¡Felicitaciones Corrientes! Ahora, a por más, un 2022 de renovadas ilusiones lo espera.
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