Es raro que San Martín de Corrientes tenga alguna deuda con su juego, con su compromiso, e incluso, con su gente. Porque está en su filosofía, está en su idea, está en su química. Está en la propuesta de Vadell. Está en cada acción. Está en el correr, en pasarse el balón, en jugar, en tirar, en defender, en ayudar, en dejar todo en cada pelota. Está en la esencia de un equipo que tiene la vara alta, por todo lo que fue construyendo en los últimos años.
Con la mezcla justa de experiencia y aire fresco, con piezas importantes tanto en el perímetro como en la pintura, San Martín de Corrientes empezó la Liga Nacional siendo nuevamente protagonista. En doce partidos, acumuló nueve victorias y tres caídas, luego de lo que fue la derrota ante Instituto en la semifinal del Súper 20, donde se quedó con un sabor amargo. Porque claro, así como ahora, las expectativas estaban altas, después de una gran fase regular donde cosechó 7 triunfos y 2 derrotas.
Pero el poder hacer borrón y cuenta nueva también fue parte de su esencia, y lo plasmó en esta primera parte de la Fase Regular, donde cosechó nueve victorias ante Hispano Americano de Río Gallegos (2 veces), Platense, Comunicaciones de Mercedes, Obras, Oberá Tenis Club, Olímpico de La Banda (2 veces), y Gimnasia de Comodoro Rivadavia, y cedió ante Riachuelo de La Rioja, Quimsa de Santiago del Estero y Peñarol de Mar del Plata.
Puede llamar la atención que el goleo a favor no sea tan alto, promediando 76.6 tantos por juego. En ese rubro, no ingresa en el top 10 de la competencia: está en la colocación 14. Pero en este deporte, lo que importa también es la cantidad de goles que recibe, y en ese lugar, está último. O primero, como quieras llamarlo: es el elenco menos goleado, con un promedio de 70,2 puntos por partido. Eso es una clave para entender este gran presete del "santo", que incluso se traslada al rubro de los rebotes defensivos, donde es el sexto equipo que más pelotas baja de su propio aro, con 28,8 por encuentro, aunque del otro lado, en el aro ajeno, es el que menos consigue, con 6,2 ofensivos por partido.
Siempre se remarca la gran tarea defensiva que intenta imponer Vadell en sus equipos, que le suele permitir el correr la cancha con ataques rápidos clásicos del básquet moderno, pero este San Martín además tiene un juego vistoso de pases. Gran parte de sus puntos llegan como producto de que todos los jugadores toquen el balón, y encuentren al mejor ubicado para tomar el lanzamiento, sea desde atrás del arco, o desde la zona pintada. Y eso se puede ver en que es el cuarto equipo en la tabla de asistencias, con 17,3 por encuentro.
Con 130 triples en 12 encuentros (10,8 por duelo), es el mejor equipo con más tiros desde los 6,75 anotados, aunque el porcentaje esta tercero con 37,4% de efectividad. En cambio, en el rubro de los dos puntos, es el último equipo que menos lanzamientos encesta desde adentro de la medialuna, con 17,5, pero en efectividad, tiene la segunda más alta con un 56,9%, detrás Atenas de Córdoba que es el mejor en ese rubro con un 59,4%.
El regreso de Jonathan Machuca desde México le trajo conducción, jerarquía y experiencia a la base "rojinegra", que ya estaba bien cubierta por la buena labor de Gastón García. Además el crecimiento de Matías Solanas, goleador con 13,7 puntos de promedio por juego, se vuelve, temporada a temporada, cada vez más indispensable para el funcionamiento del equipo. Como si fuera poco, cuenta con la experiencia de "Coco" Mainoldi, el corazón de Emiliano Basabe, la frescura de Santiago Ferreyra, la fuerza de Javier Saiz, la inteligencia de Gastón García, y la garra de Franco Méndez, con la dirección técnica de Diego Vadell, lo que termina por conformar un plantel envidiable para cualquier equipo de la Liga Nacional.
Y por ello San Martín de Corrientes nuevamente se consolida como firme candidato a dar pelea en busca del título. Por su juego, por sí mismo, porque tiene con qué, y lo viene demostrando en los últimos años, quedándose a las puertas de las consagraciones, pero siempre manteniendo la esencia del buen juego, y del buen básquet, que puede ser incluso más difícil que levantar el trofeo.
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