Mayer avanzó por primera vez a los octavos y jugará con Federer

El correntino Leonardo Mayer derrotó al francés Nicolas Mahut por 3-6, 7-6, 6-4 y 7-6, para avanzar por primera vez en su carrera a los octavos de final en Roland Garros. En la siguiente instancia, el "yacaré" tendrá que enfrentar al suizo Roger Federer.

Y un día, después de cinco intentos fallidos en tercera rueda, la sexta fue la vencida. Leonardo Mayer hizo pie por primera vez en los octavos de final de Roland Garros. Lo consiguió con otra gran actuación, a expensas del francés Nicolas Mahut, al que se impuso por 3-6, 7-6 (7-3), 6-4 y 7-6 (7-2). Instalado en la segunda semana, el correntino tendrá otro premio: enfrentarse en la etapa de los 16 mejores del torneo con Roger Federer, que más temprano le ganó al noruego Casper Ruud por 6-3, 6-1 y 7-6 (10-8).

Por lo pronto, en la tercera rueda. A Mayer le tocó un partido complejo. En lo previo, sin conocer los matices, el argentino partía como favorito ante un rival que es el número 5 del mundo en dobles, pero está 252° en singles. De hecho, había anunciado que no jugaba más individuales el año pasado, cuando perdió aquí en la primera rueda contra Juan Martín del Potro. Pero Mahut, de 37 años, siguió un poco más. Este año, Roland Garros decidió darle otra invitación especial para los singles. No había ganado un solo partido en el nivel ATP en la temporada, pero en la tierra roja parisina se cargó al italiano Marco Cecchinato (semifinalista el año pasado) y al alemán Philipp Kohlschreiber, dos rivales por lo menos respetables. Sin presiones de ningún tipo, el francés representa un prototipo de tenis poco habitual en estos días. Dueño de un juego muy completo, con una técnica digna de academia, Mahut sube mucho a la red, incluso en canchas lentas; un poco por la capacidad de juego agresivo que le dio tanto en dobles, donde fue número 1, y otro tanto por una cuestión de físico, con la necesidad de jugar puntos cortos para evitar el desgaste.

Para Mayer, acostumbrado a matar o morir con su tenis ofensivo y de potencia, Mahut representaba un reto significativo; primero, con la misión de ganar ritmo ante un rival que no lo regalaba, y luego tener paciencia para soportar las subidas constantes del francés. El arranque no fue el mejor, porque el correntino pasó del 2-1 y saque al 2-5, mientras subía sin parar la cuenta de errores no forzados. Mahut se sentía a sus anchas, aclamado además por el público francés que convertía el estadio Simonne Mathieu en una caldera a fuego lento al calor de la primavera parisina, al grito de "Allez, Nico".

Pero Mayer cambió y empezó a jugar con un poco más de margen; emparejó el duelo cuando llevó al francés contra el fondo y lo forzaba a pegar desacomodado. El Yacaré buscó y buscó; tuvo varias chances de quiebre, pero recién encontró la llave en el tie-break. Ese segundo set era vital: dos parciales abajo representaban una cuesta muy alta por delante, y el 1-1 le resultaba más lejano al francés, obligado a ganar otros dos sets después de dos parciales intensos en el bolsillo. Mahut ganó y perdió por igual en sus subidas a la red. Mayer mantuvo la receta en el tercer set; no era cuestión de bombardear todo el tiempo, sino de abrir al galo, no regalar ángulos y luego resolver. Generó más ocasiones para quebrar el argentino, hasta que en el noveno game consiguió el break que enmudeció al Mathieu y cerrar con su saque el tercer parcial.

El Yacaré se aferró a su esquema; dominaba con holgura su servicio, pero no terminaba de capitalizar la presión sobre el saque del francés. Set abajo y con dos horas y media de trajín encima, Mahut iba a jugarse el resto en cualquier oportunidad. Estuvo inteligente Mayer en mantener el juego profundo, y aunque no era nada sencillo, pasó varias veces en la red al francés.

Otra vez, el partido desembocó en el tie-break; esta vez, Mayer sacó amplias distancias, y aunque el francés achicó un poco, el desenlace llegó con una derecha cruzada que abrió a Mahut, y con todo el campo servido, cerró con un revés ganador. El Yacaré saludó y soltó el grito de desahogo, y sonrió. Ya habrá tiempo para pensar en Federer, el rival del domingo: por ahora, disfruta su mejor actuación en París, y el regreso a los octavos de final en un Grand Slam después de cinco años (Wimbledon 2014).

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